Business Agility: cuando la empresa aprende a existir

Aceptar la inestabilidad del entorno no es rendirse: es renunciar a la ilusión de control y empezar a trabajar con la realidad, no contra ella.

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Jorge Murillo

12/2/20254 min read

Business Agility no va de “hacer ágil” ni de coleccionar frameworks. Va de algo mucho más incómodo y profundo: cambiar la forma en que la organización existe en el tiempo.

Desde la mirada combinada de ingeniería, filosofía y estrategia, la agilidad de negocio es:

  • Un cambio estratégico: de intentar controlar el futuro a prepararse para cualquier futuro.

  • Un cambio metodológico: de ejecutar proyectos por fases a pensar y actuar en ciclos de aprendizaje continuo.

  • Un cambio antropológico: de gestionar “recursos” a comprender mentes, voluntades y criterios que construyen tecnología.

La filosofía estoica aporta la disciplina: foco en lo que controlamos, virtud en la acción.
La filosofía existencialista aporta la lucidez: somos responsables de cada decisión de diseño, de cada backlog, de cada “sí” y cada “no”.

En otras palabras, Business Agility, bien entendida, no es una moda de gestión, es una forma de hacernos cargo de cómo pensamos y actuamos como organización.

Del mito del control al arte de responder

El guion clásico de muchos proyectos de tecnología es reconocible:

  • Plan maestro de 12–24 meses.

  • Suposición de que el contexto será estable.

  • Equipos reducidos a ejecutores de un documento que casi nadie relee.

El resultado: rigidez estratégica.
Marco Aurelio lo habría descrito así: confundimos el mundo tal como quisiéramos que fuera con el mundo tal como es.

Business Agility propone otra ontología de la empresa:

  • La organización no es una máquina, es un sistema vivo expuesto a mercados volátiles, tecnologías emergentes y tensiones políticas.

  • El valor no está en cumplir el plan, sino en ajustar el rumbo con lucidez y rapidez.

  • El poder real no está en quien manda más, sino en quien aprende antes y actúa mejor.

El enfoque estoico nos recuerda que aceptar la inestabilidad del entorno no es rendirse, es renunciar a la ilusión de control.
El enfoque existencial nos recuerda que ninguna “guía definitiva” nos salva: cada empresa está condenada a elegir su forma de trabajar, y esa elección la define.

Business Agility como decisión estratégica

Visto desde la dirección, la pregunta incómoda es:

“¿Queremos una organización que se defienda del cambio o una que se alimente de él?”

Esa decisión se concreta en varios desplazamientos:

1. De proyectos a productos y capacidades

  • De “entregar el sistema X” a sostener la evolución continua de X en su contexto.

  • De medir éxito por cierre de proyecto a hacerlo por impacto real y sostenido en el negocio.

2. De planificación rígida a estrategia iterativa

  • La estrategia deja de ser un PDF anual y pasa a ser un proceso conversacional continuo, informado por datos y aprendizaje.

  • No se improvisa, pero tampoco se petrifica.

3. De control jerárquico a responsabilidad distribuida

  • El liderazgo deja de ser “decir qué hacer” y pasa a diseñar sistemas donde otros puedan decidir bien.

  • Más que estructura de mando, se construye una arquitectura de decisiones.

Detrás de esto hay una ética: no usar marcos ágiles como teatro, sino como compromiso genuino con la verdad del contexto y el valor entregado.

Cambio metodológico: pensar y actuar distinto

En los equipos de tecnología, Business Agility se manifiesta menos en ceremonias y más en formas de pensar:

Relación con el tiempo

  • Estoica: el tiempo es limitado; desperdiciarlo en burocracia y re‑trabajo es un vicio.

  • Existencial: cada sprint, cada release, es una decisión sobre qué futuro queremos hacer real.

De ahí los ciclos cortos, el feedback temprano y la entrega incremental:
no por moda, sino por respeto a la realidad.

Relación con el error y la incertidumbre

  • Asumimos que habrá errores y que no hay garantías.

  • En vez de castigar el fallo, diseñamos el sistema para aprender rápido y barato:
    feature flags, experimentación controlada, CI/CD, observabilidad profunda.

Decir “no sé” deja de ser una debilidad y se convierte en el punto de partida del pensamiento serio.

Relación con los demás (equipos, stakeholders, usuarios)

  • El usuario deja de ser un “requisito” y pasa a ser un otro consciente, cambiante, contradictorio.

  • El equipo deja de ser un “recurso” y pasa a ser una comunidad de criterio.

Eso exige:

  • conversaciones de valor, no solo órdenes,

  • acuerdos de trabajo explícitos,

  • transparencia radical del contexto.

Equipos tecnológicos: libertad, responsabilidad y diseño

En un proyecto tecnológico, este cambio se vuelve muy concreto:

La arquitectura es una decisión ética
Cada elección (monolito vs microservicios, vendor lock‑in vs apertura, seguridad by design vs parcheo) expresa una posición sobre el futuro.
La Business Agility favorece arquitecturas que permiten decidir tarde sin pagar precios catastróficos.

El backlog es un espejo existencial
Lo que priorizamos revela qué teme y qué desea la organización.

  • Solo urgencias: modo supervivencia.

  • Equilibrio entre valor, riesgo y deuda técnica: modo construcción de futuro.

Los rituales son gimnasia del carácter
Refinements, dailies, retros no son solo mecánica de coordinación.
Son espacios para practicar claridad, responsabilidad y confrontación honesta con la realidad.

Ahí el estoicismo se vuelve práctico:
mirar los hechos sin adornos, separar lo que depende de nosotros de lo que no, actuar en consecuencia.

El liderazgo diseña el contexto
Menos héroes solucionadores, más arquitectos de condiciones:

  • límites claros,

  • propósito compartido,

  • espacio real para la mejora.

Existencialmente, se trata de habilitar a otros a ser autores de su trabajo, no ejecutores pasivos de una agenda ajena.

En resumen

Business Agility es la intersección de tres planos:

  • Estratégico: cómo leemos el entorno y con qué realidad queremos dialogar.

  • Metodológico: cómo convertimos esa lectura en acción rápida, coherente y sostenible.

  • Filosófico‑ético: cómo asumimos la responsabilidad de nuestras decisiones técnicas y organizativas.

Desde ahí, la agilidad de negocio deja de ser un conjunto de prácticas y se convierte en una práctica continua de lucidez:

  • Estoica, porque exige disciplina, foco y serenidad ante el caos.

  • Existencialista, porque asume que nadie vendrá a salvar a la organización de sus propias decisiones.

Y quizás ahí está el verdadero cambio:
no en “ser ágiles”, sino en aprender a habitar el cambio con dignidad, claridad y coraje.

Ese es el trabajo.
Lo demás son solo frameworks.